Claro, no había caído, él no era más que una ilusión, una ilusión por volver a sentir el roce de sus mejillas sobre su rostro, de sentir sus brazos sobre su cintura o de volver a sentir el ligero movimiento de su cabello castaño con finos destellos rubios.
''Hola mi pequeña... Siento mucho todo esto que te estoy haciendo pasar. No llegué a comentarte nada por miedo a que te pusieras mal o incluso intentaras hacer lo que acabas de hacer. Ni te imaginas las veces que te he susurrado al oído mientras dormías que mi felicidad dependía de tu estado de ánimo, que dependía de que tú te sintieras una reina en un cuento que acabara con final feliz. Pero, lamentando, el cuento no ha acabado bien, la vida del rey ha terminado, pero la de esta reina, mi reina, mi pequeña reina, no tiene porqué terminar.'', pronunció Paolo.
Ella susurró ''Paolo, quiero que sepas que yo...''
No hay comentarios:
Publicar un comentario